No todo en la vida es trabajo

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Anoche fue una de esas noches que se quedan grabadas en el corazón, no por el resultado del partido, sino por lo que significó estar ahí, en familia, compartiendo más allá de la rutina diaria. Porque no todo en la vida es trabajo, y aunque la barbería New York New York es el alma de nuestro día a día, también es importante hacer espacio para lo que de verdad nos une: los momentos que construyen recuerdos.

Fuimos al Chase Stadium en Fort Lauderdale a alentar al Inter de Miami. Roberto Jeldre, mi padre y fundador de la barbería, decidió dejar por unas horas las tijeras y los peines para disfrutar de una noche especial junto a sus hijos —Juan, yo y su yerno Roger. Desde que nos subimos al auto, el ambiente ya era distinto: risas, anécdotas, cánticos improvisados. Sabíamos que no importaba el marcador; íbamos por algo más grande.

El clima acompañó: una brisa cálida que acariciaba el rostro, cielo despejado y la emoción de estar en un estadio que vibraba con cada movimiento del balón. El Inter se enfrentaba al Whitecaps de Vancouver en la Copa de Campeones de la Concacaf. Aunque el resultado no fue el que queríamos —una derrota 3 a 1—, eso quedó en segundo plano.

Lo que realmente nos emocionó fue ver a los astros que tantas veces admiramos por televisión. Lionel Messi, Luis Suárez, Jordi Alba y Sergio Busquets dieron una muestra más de su clase, con esos destellos de magia que aún les quedan en los botines. Verlos en vivo, juntos, fue como mirar una última página de una era dorada del fútbol. Y hacerlo abrazados en la tribuna, entre los cánticos y el rugido de la hinchada del Inter, hizo todo aún más especial.

Tiro de libre Leo Messi

Había algo poderoso en ese momento: entre goles, coros y luces del estadio, también estaba el lazo invisible de la familia. Mi padre, que siempre ha sido ejemplo de esfuerzo, nos mostró una vez más que la vida también se trata de pausas necesarias, de compartir y de mirar el juego con ojos de niño. Juan, Roger y yo nos sentimos más cercanos que nunca, como si el fútbol tejiera con hilos invisibles esa complicidad que a veces se pierde en la rutina.

Así que sí, la barbería siempre está, como un hogar. Pero noches como la de ayer nos recuerdan que la vida también es esto: salir, respirar, disfrutar, alentar, y volver con el corazón un poco más lleno.

Y aunque el marcador no nos favoreció, volvimos a casa con algo mucho más valioso: el recuerdo de una noche compartida, de abrazos sinceros entre goles y canciones, de miradas que no necesitan palabras para decir “estoy feliz de estar aquí contigo”.

Porque esa es la magia del fútbol y de la familia: nos une, nos emociona, nos devuelve a lo esencial. Y ahora sabemos que volveremos. No solo para alentar al Inter, no solo para ver una vez más a esos gigantes del fútbol. Volveremos porque queremos repetir esa conexión, pero esta vez con todos. Con los que faltaron anoche, con cada integrante de nuestra familia, para que también vivan lo que nosotros vivimos.

Porque las mejores noches no se repiten… se multiplican cuando se viven juntos.

Porque al final del día, no todo en la vida es trabajo. A veces, basta con una noche de fútbol, familia y pasión para recordarlo.

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